(JUAN 15: 5 – 7)
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
Para que una rueda funcione es necesario que tenga un eje un centro de los contrario no servirá para nada.
De la misma manera para que nuestras vidas alcancen el éxito es necesario que todo nuestro ser gire en torno a un eje, a un centro. El eje perfecto es Cristo.
Si colocamos a Cristo como el centro de nuestras vidas podemos estar seguros que todo será una gran bendición.
Veamos como las escrituras colocan a Cristo como el centro del universo.
I CRISTO ES EL CENTRO EN SU ENCARNACION
De la misma manera para que nuestras vidas alcancen el éxito es necesario que todo nuestro ser gire en torno a un eje, a un centro. El eje perfecto es Cristo.
Si colocamos a Cristo como el centro de nuestras vidas podemos estar seguros que todo será una gran bendición.
Veamos como las escrituras colocan a Cristo como el centro del universo.
I CRISTO ES EL CENTRO EN SU ENCARNACION
Desde el mismo momento de su nacimiento Cristo fue el centro de la adoración. (Mateo 2: 11) Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
II CRISTO EL CENTRO EN SU CRUCIFIXION
Fue el centro en su Crucifixión ya que moría por toda la humanidad (Juan 19: 17) Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota
III CRISTO EL CENTRO EN SU RESURRECCION
Después de su muerte Cristo se presentó vivo en medio de sus hermanos (Juan 20: 19) Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
IV CRISTO EL CENTRO DE SU IGLESIA
Cristo siempre será el centro en su Santa Iglesia (Apocalipsis 1: 12 – 13) Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
V CRISTO EL CENTRO EN LA COMUNION
Cuando oramos con un corazón limpio perfecto podemos estar seguros que Cristo estará en medio nuestro (Mateo 18: 19 – 20) Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
VI CRISTO EL CENTRO DE LA ADORACION CELESTIAL
Cristo siempre será el centro aún en el cielo mismo (Apocalipsis 5: 6 – 14) Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.
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