El pastor Cleidson Corsino, cuando predicaba respecto de la manera de vivir, hizo algo curioso, para llamar la atención de la iglesia. Según él, “Ese día eligió el mejor traje, zapatos brillantes, corbata que combine. Exteriormente, ¡impecable!
Pero, en la conclusión del sermón, le pido permiso a la iglesia para sacarme el saco. En ese momento, veo expresiones de espanto, admiración y algunas sonrisas. La congregación queda sorprendida, porque la camisa está muy presentable, planchada y limpia hasta donde se ve con el saco puesto; cuando no lo tengo, se ve una camisa rasgada, sucia de carbón, manchada con tinta roja y verde, arrugada. Es una ilustración práctica a fin de mostrar que podemos perfectamente aparente estar impecables por fuera, pero ser horrible por dentro. Es posible ser un ciudadano con buena reputación, ser bien visto por la sociedad, aclamando como bueno y justo, pero podemos estar escondiendo las basuras de nuestra vida con un manto de justicia propia, escondiendo la naturaleza de un lobo bajo la piel de una oveja”.
Podemos hasta vivir, por algún tiempo, un cristianismo de apariencias, pero será imposible aparentar durante toda la vida lo que no somos. Un día la casa se cae, así como Jesús desenmascaró la hipocresía de los fariseos, diciendo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la vedad se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mat. 23:27).
Todo lo que somos y hacemos es el resultado de lo que somos interiormente. Si la Palabra de Dios ocupa tu corazón, es imposible que el carácter de Cristo no se manifieste en tu vida. Lo que tú eres interiormente va a determinar tus prioridades. Por lo tanto, luchar para hacer las cosas correctas sin buscar a Dios en las primeras horas de cada mañana es luchar por lo imposible, pues todo lo bueno que realizamos no es obra nuestra: es Dios quien lo hace por nosotros y en nosotros (Isa. 26:12). La enseñanza de la Palabra de Dios es clara: “toda buena dadiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Sant. 1:17). Entonces, mi hermano, deja que el Espíritu Santo te guie en el camino de la justicia y en tu vida resplandecerá el brillo de Cristo.
NO APARENRENTEMOS QUE SOMOS PERFECTOS.... Recuerda que Jesus nos dijo que somos pecadores----- LA ALEGRIA ES SABER QUE TU Y YO SOMOS PECADORES PERDONADOS EN LA GRACIA DE JESUS!!
Seamos reales a nuestros amigos... Digamosles que somos pecadores, pero que desemaos ser diferentes cada dia!!!
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